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domingo, 13 de noviembre de 2011

Arrestar a Nostradamus



Lo sucedido en Veracruz a los tuiteros María de Jesús Bravo y Gilberto Martínez, y en el Distrito Federal a Mario Flores, tiene una lectura interesante, y es precisamente la manera como un comentario en una red social puede meter a alguien en predicamentos por su misma esencia de libertad. Censurar las redes sociales es imposible, no obstante, con este tipo de situaciones se promueve la auto censura vía una infusión de miedo.

El poder de información y convocatoria de estas nuevas herramientas, las redes sociales –que finalmente completan el círculo de la globalización–, ha comenzado a llamar la atención de quienes apuestan por la desinformación para fertilizar el terreno de la impunidad y las negociaciones bajo la mesa. De ahí que en menos de tres meses se hayan desplegado acciones sobre usuarios de redes sociales.

Restringir el acceso a cualquier cuenta de twitter por el mismo usuario a sus amigos más cercanos significa atentar contra el objetivo de dicha red social. Lo mismo sería modificar el perfil y aparecer sólo con seudónimos porque de lo que se trata es de tener identidad.

“Presentar” a Mario Flores como “testigo” tras la desafortunada muerte del secretario de Gobernación suena absurdo, porque entonces tendríamos que censurar inclusive nuestros sueños y visiones. Sería, sin lugar a dudas, como juzgar a Nostradamus por sus visiones y premoniciones aupadas, seguramente, por su gusto desmedido por el ajenjo. ¿Por qué no apostar mejor por las coincidencias? Eso parece funcionar cuando se trata de explicar lo que no necesita muchas teorías. 

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